Esta reseña hubiera estado mejor antes del pasado fin de semana, fecha en que las plazas comerciales, restaurantes y salas de cine estaban a reventar desafiando la percepción de una crisis en el país con pretexto del 14 de febrero.
En fin, esta película la pude ver hasta el viernes trece, tras mi frustrado segundo intento de ver “Coraline”. Decidí entonces ver otro filme que se me había olvidado que quería ver. “Revolutionary Road”, título en inglés para “Solo un sueño” en donde Leonardo DiCaprio y Kate Winslet vuelven a compartir créditos desde Titanic.
Establecida en 1955, la trama se centra en las esperanzas y aspiraciones de Frank y April Wheeler, típicos habitantes de un suburbio en Connecticut, que se ven muy diferentes a sus vecinos y amigos. April (Winslet) es una aspirante a actriz, lúcida y bella, que anhela mudarse a París para adoptar un estilo de vida bohemio y sibarita; mientras que Frank (DiCaprio) es un hombre un poco neurótico, con un monótono empleo de telemarketer. Ambos se aman y tienen 2 hijos, pero cuando se mudan a una reluciente casa en la estereotipada calle Revolutionary, el vínculo matrimonial se resquebraja lentamente en un círculo vicioso de discusiones, amargas riñas e infidelidad.
El eje central de la película se puede resumir en una palabra “Hipocresía”. La falta de honestidad de los personajes con ellos mismos los lleva a vivir relaciones personales hipócritas: con sus parejas, con sus vecinos, con sus familias etc. Es una película directa, trata los temas sin ningún titubeo, la psiquis de los personajes se refleja perfectamente en sus actuaciones en las que resalta la interpretación de DiCaprio que muestra una evolución actoral, lástima que su actuación no fue tomada en cuenta por la academia como mejor actor.
En resumen es un balde de agua fría del comportamiento humano magnificado en la relación de pareja, película ideal para el 14 de febrero (risa maliciosa) algún parecido con la realidad, no es mera coincidencia.
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